Un hombre de Dios al servicio de los hombres

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Oración a la Sangre de Cristo


posted by Grupos Oficiales de Padre Pio Hispanoamérica on

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Omnipotente Dios, a quien Jesucristo nos enseñó a llamar Padre, cúbrenos con la Sangre de tu Hijo.

Nos proteja su Sangre para que ninguno de nosotros sea engañado, equivoque sus caminos, se deje amedrentar, ni elija el mal. Amén.
Nos proteja la Sangre de Cristo para que entendamos a cada momento lo que conviene realizar, sabiendo distinguir lo bueno de lo malo.
Nos proteja la Sangre de Cristo para que realicemos con fidelidad la misión que el Señor nos ha encomendado, y lo hagamos con alegría y amor,  sin retrasos ni errores.
Nos proteja la Sangre de Cristo, y sane las heridas de nuestra convivencia, componga lo roto, arregle lo que parece imposible de arreglar, y fortalezca todo lo bueno que haya en común.
Nos proteja la Sangre de Cristo para que establezcamos relaciones con los demás, que sean sanas, basadas en valores gratos a Dios, y que nos ayuden a crecer en el bien.
Nos proteja la Sangre de Cristo para que vivamos con santa integridad. Con armonía moral, física, mental, y espiritual.
Nos proteja la Sangre de Cristo contra el mal y la destrucción. Para que nuestras casas y lugares de trabajo sean habitados por la paz, el cariño, y el respeto, encontrando en ellos refugio, fuerza, y esperanza.
La Sangre de Cristo cubra nuestros alimentos, a nuestros animales, y a nuestros viajes y traslados, protegiendo de accidentes, incidentes, y daños.
La Sangre de Cristo proteja nuestras labores y finanzas, de modo que estén cubiertas nuestras necesidades básicas.
Nos proteja la Sangre de Cristo contra todo daño, peligro, engaño, descuido, trampa, maldad, maleficio, o acción demoníaca.
La Sangre de Cristo nos defienda, nos limpie, repare los efectos de nuestros pecados o el de los demás, haga de manto sobre nosotros, los nuestros, y lo nuestro, de modo que su Amor impida  los ataques, la destrucción, y la suciedad, proveniente de los espíritus malignos.
La Sangre de Cristo nos cubra haciéndonos invisibles e inaudibles a los demonios.

Socorre Señor nuestras almas que redimiste con tu Sangre Preciosa.
Gloria a la Sangre de Jesús, ahora y por siempre.

                                                                                                     Padre Gustavo Seivane


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