Un hombre de Dios al servicio de los hombres

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Los Papas del P. Pío




Los Papas al servicio de la Iglesia durante los 81 años de vida del Padre Pío de Pietrelcina fueron siete; y desde su muerte hasta la apertura de este blog han sido tres.

·   Aquellos de los que oyó hablar el Padre Pío y que muy probablemente nada supieron de él, fueron:

  • León XIII (20 febrero 1878 – 20 julio 1903): El Papa impulsor de la acción misionera de la Iglesia y del ecumenismo; el Papa que promovió el rezo del Rosario con varias encíclicas; el Papa de la primera carta encíclica sobre temas sociales: Rerum Novarum…

  • Pío X (4 agosto 1903 – 20 agosto 1914): El Papa en cuyo pontificado el Padre Pío vivió los primeros años de su vida capuchina, fue promovido al sacerdocio y recibió las cinco llagas del Crucificado en su cuerpo; el Papa del que escribió el Padre Pío un hermoso elogio en carta al padre Agustín de San Marco in Lamis de 14 de septiembre de 1914, que comienza con estas palabras: “Deseemos al nuevo pontífice que sea un digno sucesor de ese gran Papa que fue Pío X. Alma verdaderamente noble y santa, como nunca tuvo otra igual la ciudad de Roma”…

·   Los Papas que supieron del Padre Pío, que se interesaron por él y que expresaron su opinión acerca de Fraile capuchino fueron:

  • Benedicto XV (3 septiembre 1914 – 22 enero 1922): El Papa que conoció el Padre Pío cuando viajó a Roma, en mayo de 1917, acompañando a su hermana Graziela, que ingresaba en las Religiosas de Santa Brígida; el Papa que, en 1921, hablando con Fernando Damiani, Vicario general de Salto (Uruguay), pronunció este anuncio, sin duda profético: "El P. Pío es uno de esos hombres extraordinarios que Dios envía al mundo de cuando en cuando para convertir a los hombres"…

  • Pío XI (6 febrero 1922 – 10 febrero 1939): El Papa en cuyo pontificado el Santo Oficio decretó duras medidas restrictivas del ministerio del Padre Pío; el Papa que más tarde, tras el estudio personal del asunto, proclamó la inocencia del Fraile capuchino, le concedió plena libertad en su ministerio sacerdotal y se expresó así ante el obispo capuchino Cornelio Sebastián Cucarollo: “Ahora estaréis contentos los capuchinos, por haber sido el Padre Pío reintegrado en su ministerio: es una cosa muy rara, si no única, en la historia"…

  • Pío XII (2 marzo 1939 – 9 octubre 1958): El Papa que vio florecer las dos iniciativas más providenciales del Padre Pío: el hospital “Casa Alivio del Sufrimiento” y los Grupos de oración; el Papa que le manifestó su confianza plena al nombrarle administrador único del citado hospital y al dispensarle de las exigencias del voto de pobreza, en relación a la administración de ese centro sanitario; el Papa que repetidas veces alabó la santidad del Padre Pío con palabras como las dichas al escultor Francisco Messina, hijo espiritual del Padre Pío: “El Padre Pío es un gran santo. Ciertamente es un santo varón"…

  • Juan XXIII (28 octubre 1958 – 3 junio 1963): El Papa que envió al Padre Pío una de sus primeras bendiciones apostólicas en los comienzos de su pontifi­cado y que le hizo llegar, por me­dio de su Secretario de Estado, su "especial alabanza" por el desarrollo y la programada ampliación de la “Casa Alivio del Sufrimiento”, a la que llamó "benéfica planta, que ha brotado en el campo del Señor por el celo infatigable de un ministro suyo”; el Papa bajo cuyo pontificado el Padre Pío tuvo que sufrir las amargas consecuencias de sacrílegos embrollos urdidos por hombres de Iglesia; el Papa que, mal informado por personal de su entorno más cercano, dejó salir de sus labios expresiones, no sólo muy alejadas de la verdad, sino también denigrantes para el Fraile capuchino…

  • Pablo VI (21 junio 1963 – 6 agosto 1978):  El Papa al que el Padre Pío, días antes de su muerte, escribió una carta, la última de su voluminoso Epistolario; el Papa que, al conocer la muerte del Padre Pío, se apresuró a enviar un telegrama en el que, además de manifestar sus sentimientos de condolencia a los Capuchinos, a la “Casa Alivio del Sufrimiento” y a San Giovanni Rotondo, por tan dolorosa pérdida, prometía elevar “oraciones para que el Señor conceda a su fiel siervo eterna corona de justicia”; el Papa que un mes después, el 21 de octubre de 1968, al recibir en audiencia al Capítulo general de los Capuchinos, tuvo un recuerdo para el Fraile de Pietrelcina y aludió a la gran “devoción que ha rodeado al Padre Pío, desaparecido en estos días de la escena del mundo”; el Papa que, el 20 de febrero de 1971, en un encuentro con el Superior general de los Capuchinos y su Consejo general, nos dejó uno de los más bellos retratos del Santo, al decirles: “… Se realizará en vosotros el milagro que se realizó en el Padre Pío. ¡Mirad qué fama tuvo! ¡Qué clientela mundial reunió junto a sí! Pero, ¿por qué? ¿Acaso porque era un filósofo, o un sabio, o porque disponía de medios? Porque celebraba la Misa humildemente, confesaba de la mañana a la noche y estaba, aún si resulta difícil decirlo, sellado con las llagas de nuestro Señor. Era hombre de oración y hombre de sufrimiento”…

·   Los Papas cuya elección tuvo lugar después de la muerte del Padre Pío son:

  • Juan Pablo I (26 agosto 1978 – 28 septiembre 1978): El Papa de la sonrisa; el Papa de las homilías y de los discursos sencillos y llenos de anécdotas; el Papa al que la muerte visitó tan pronto que no le dejó tiempo para los muchos proyectos que tenía en mente y tampoco para manifestarse en relación al Padre Pío.

  • Juan Pablo II (16 octubre 1978 – 2 abril 1005): El Papa que, sin duda bajo el influjo benéfico del encuentro que, siendo joven sacerdote, tuvo con él en San Giovanni Rotondo en el año 1948 y de las cartas que, siendo Vicario capitular de Cracovia, le dirigió en los años 1962 y 1963, pidiéndole oraciones por personas necesitadas, impulsó decididamente el proceso de canonización del Padre Pío; el Papa que, en mayo de 1987, centenario del nacimiento del Fraile de Pietrelcina, superando serios reparos que le venían de algunos de sus colaboradores más eminentes, se arrodilló y oró sin prisas en la tumba del Padre Pío, cuando el proceso de canonización no había pasado de la etapa diocesana; el Papa que beatificó al Padre Pío el 2 de mayo de 1999 y lo declaró santo el 16 de junio del 2002; el Papa que, en la homilía de la ceremonia de canonización, dirigió al “humilde y amado Padre Pío” cinco peticiones, en las que sintetizó lo más llamativo de la rica espiritualidad del nuevo Santo, para terminar, en la sexta, implorando su protección para alcanzar la patria feliz del cielo:

-          Enséñanos también a nosotros, te lo pedimos, la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
-          Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.
-          Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
-          Sostennos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
-          Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
-          Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

  • Benedicto XVI (19 abril 2005 - …): El Papa que, en una de sus primeras intervenciones importantes, en Colonia (Alemania), el 20 de agosto del 2005, en la Jornada Mundial de la Juventud, al proponer a los jóvenes modelos de santidad, citó a seis santos de los siglos pasados y a tres de nuestro tiempo, y, entre éstos, a San Pío de Pietrelcina; el Papa que, un mes más tarde, el 18 de septiembre, domingo, antes del rezo del Ángelus, después de afirmar que el sacerdote debe ser ante todo adorador de la Eucaristía, propuso el ejemplo del Padre Pío con estas palabras: “En nuestra época sobresale la figura de San Pío de Pietrelcina, que recordaremos el próximo viernes.  Al celebrar la santa Misa, él revivía con tal fervor el misterio del Calvario que estimulaba la fe y la devoción de todos. También los estigmas, que Dios le regaló, eran expresión de la íntima identificación con Jesús crucificado”; el Papa, que el 21 de junio del 2009, quiso desplazarse como peregrino a San Giovanni Rotondo, donde, en sus cuatro intervenciones habladas, fue desgranando los rasgos más llamativos de la espiritualidad del Santo capuchino; entre otros:

-          “Un hombre sencillo, de orígenes humildes, conquistado por Cristo".
-          “Auténtico seguidor de san Francisco de Asís”.
-          “Era siempre su primera preocupación, su ansia sacerdotal y paterna: que las personas regresaran a Dios, que pudieran experimentar su misericordia y, una vez renovados interiormente, redescubrir la belleza y la alegría de ser cristianos, de vivir en comunión con Jesús, de pertenecer a su Iglesia y practicar el Evangelio”.
-          “Rezaba siempre y en todo lugar con humildad, confianza y perseverancia”.
-          “La Eucaristía constituyó el centro de toda su existencia: el origen de su vocación, la fuerza de su testimonio, la consagración de su sacrificio”.
-          “Es precisamente el ministerio de confesor lo que constituye el mayor timbre de gloria y el rasgo distintivo de este santo capuchino”.
-          “Guiar a las almas y aliviar el sufrimiento: así se puede resumir la misión de san Pío de Pietrelcina”.
-          “El padre Pío atraía al camino de la santidad con su mismo testimonio, indicando con el ejemplo el "binomio" que nos conduce a ella: la oración y la caridad”.
-          “El amor que él llevaba en el corazón y transmitía a los demás estaba lleno de ternura, siempre atento a las situaciones reales de las personas y de las familias”.
-           “Sus jornadas eran un rosario vivido, es decir, una continua meditación y asimilación de los misterios de Cristo en unión espiritual con la Virgen María”.
-           “Y a la Virgen, que tanto amó e hizo amar en este mundo”.

Elías Cabodevilla Garde

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