Un hombre de Dios al servicio de los hombres

Un hombre de Dios al servicio de los hombres

Septiembre: día 29 a octubre: día 5.


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29.  No estéis con la preocupación de que me estáis robando el tiempo, porque el tiempo mejor empleado es el que se dedica a la santificación del alma del prójimo. Yo no tengo otro modo de agradecer la bondad del Padre celestial que cuando me presenta las almas a las que puedo ayudar de alguna forma (MC, 83).

30.  Jamás me ha pasado por la cabeza la idea de vengarme: he rogado y ruego por los que me denigran. Sí, que alguna vez he dicho al Señor: "Señor, si para convertirlos es necesario algún latigazo, dáselos también, con tal de que se salven” (AD, 127).

1.  Recorred con sencillez el camino del Señor y no atormentéis vuestro espíritu. Odiad, sí, vuestros defectos pero con un odio tranquilo y no perturbador e inquieto. Es necesario tener paciencia con ellos y sacar ventaja de los mismos por un santo abajamiento. Cuando falta esta paciencia, mis buenas hijas, vuestras imperfecciones, en vez de disminuir, crecen cada vez más, porque no hay nada que una tanto nuestros defectos como la inquietud y la preocupación por quererlos alejar (Epist.III, p.579).

2.  Guardaos de la ansiedad y de las inquietudes, porque no hay cosa que impida tanto el caminar hacia la perfección. Pon, hija mía, dulcemente tu corazón en las llagas de nuestro Señor, pero no a base de esfuerzos. Ten gran confianza en su misericordia y en su bondad. El no te abandonará jamás, pero no dejes por eso de abrazar estrechamente su santa cruz (Epist.III, p.707).

3.  No te inquietes cuando no puedes meditar, no puedes comulgar o no puedes llegar a todas las prácticas de devoción. En esta situación, busca suplirlas de otro modo, manteniéndote unida a nuestro Señor con una voluntad amorosa, con las oraciones jaculatorias, con las comuniones espirituales (Epist.III, p.424).

4.  Caminamos, pues, siempre, incluso cuando nuestro paso es lento; pues si nuestro afecto es bien intencionado y decidido, no podemos sino caminar bien. No, mis queridísimas hijas, no es necesario para el ejercicio de la virtud estar atentas siempre y en cada momento a todas las virtudes; esto, en verdad, embrollaría y enredaría demasiado vuestros pensamientos y afectos (Epist.III, p.588).

5.  Expulsa de una vez por toda la perplejidad y las ansiedades y goza en paz de las dulcísimas penas del Amado (Epist.III, p.436).
 (Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da Pietrelcina)
Traducción del italiano: Elías Cabodevilla Garde

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  1. Ana María

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