Un hombre de Dios al servicio de los hombres

Un hombre de Dios al servicio de los hombres

Abril: día 28 a mayo: día 4.


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28. Las tinieblas que a veces obscurecen el cielo de vuestras almas son luz: por ellas, cuando llegan, os creéis en la obscuridad y tenéis la impresión de encontraros en medio de un zarzal ardiendo. En efecto, cuando las zarzas arden, todo alrededor es una nubarrada y el espíritu desorientado teme no ver ni comprender ya nada. Pero entonces Dios habla y se hace presente al alma: que vislumbra, entiende, ama y tiembla.
¡No esperéis, pues, al Tabor para ver a Dios, cuando ya lo contemplasteis en la cima del Sinaí.

29. Camina con alegría y con un corazón lo más sincero y abierto que puedas; y cuando no puedas mantener esta santa alegría, al menos no pierdas nunca el valor y la confianza en Dios.

30. Todas las pruebas a las que el Señor os somete y os someterá son señales de su divina predilección y alhajas para el alma. Pasará, mis queridas hijas, el invierno y llegará la interminable primavera, tanto más rica de bellezas cuanto más duras fueron las tempestades.

1.  Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: "Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte".

2. Escucha, Madrecita: yo te quiero mucho más que a todas las criaturas de la tierra y del cielo... después de Jesús, naturalmente...; pero te quiero mucho.

3. Madrecita hermosa, Madrecita querida, eres bella. Si no existiera la fe, los hombres te llamarían diosa. Tus ojos son más resplandecientes que el sol; eres bella, Madrecita; yo me glorío de ello, te amo, ¡ah!, ayúdame. 

4. María sea la estrella que os ilumine la senda, os muestre el camino seguro para llegar al Padre del cielo; sea como el ancla a la que os debéis sujetar cada vez más estrechamente en el tiempo de la prueba.
(Tomado de BUONA GIORNATA de Padre Pio da Pietrelcina)
Traducción del italiano: Elías Cabodevilla Garde

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