Un hombre de Dios al servicio de los hombres

Un hombre de Dios al servicio de los hombres

Sigue sonando su voz potente.


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El Padre Pío, en carta al padre Agustín del 1 de mayo de 1912, le manifiesta el que fue, sin duda, su gran deseo durante toda su vida: «Quisiera tener una voz tan potente que fuera capaz de invitar a los pecadores de todo el mundo a amar a la Virgen María» (Ep I, 277). Un deseo que volvió a expresarlo en su carta de 6 de mayo de 1913: «Quisiera volar para invitar a todos los seres a amar a Jesús, a amar a María» (Ep I, 357). Un deseo que era respuesta a la «misión grandísima» que el Señor le había confiado
Y el Señor le concedió, al menos en gran medida, realizar ese deseo.
La voz del Padre Pío no resonó en todo el mundo, porque nunca salió de Italia y desde el 13 de mayo de 1918 no se movió de San Giovanni Rotondo. Sin embargo, pecadores de todo el mundo escucharon las palabras del Padre Pío porque de los cinco continentes vinieron a la pequeña ciudad del centro-sur de Italia, en la que vivió los últimos 52 años de su vida, en busca del Santo capuchino. Y ¡con qué potencia de voz los llamó a la conversión, a la vida cristiana, «a amar a la Virgen María»!
Es fácil que, al pensar en el fenómeno sobrehumano de la bilocación, imaginemos que es como un vuelo por el que se llega al otro u otros destinos sin dejar el lugar desde donde se emprende ese vuelo. Si fuera así, también se concedió al Padre Pío hacer realidad su deseo de volar. Son muchas las bilocaciones del Padre Pío. Algunas, al menos tres, las manifiesta él mismo en cartas de dirección espiritual, no sin haber pedido a los destinatarios de las mismas el secreto más absoluto y también que destruyeran los papeles en los que se las relataba. A otras bilocaciones no puede menos de referirse ante las preguntas que le hace el Visitador apostólico Mons. Rafael Carlos Rossi en junio de 1921. De otras bilocaciones del Santo han dado fe personas que se beneficiaron de ellas y que, al parecer, merecen todo crédito. Y de la que se le concedió el 18 de enero de 1905 se conserva el papelito autógrafo en el que el joven capuchino de 17 años, quizás asustado ante «un hecho insólito», se la cuenta al padre Agustín de San Marco in Lamis. Y el vuelo sobrehumano de la bilocación era siempre para llevar consuelo, esperanza… y, como consecuencia, para invitar «a amar a Jesús, a amar a María».
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La voz del Padre Pío sigue sonando también hoy, y de muchos modos. En unos casos con gran potencia, como, desde hace algunos años, a través de “Teleradio Padre Pío” de San Giovanni Rotondo (Italia). En otros, como en el que voy a indicar aquí, con menos alcance en distancia de kilómetros, pero con la potencia que le brinda un capuchino nonagenario, gran devoto del Padre Pío y entusiasta propagador de la espiritualidad del Fraile capuchino. Y los frutos en los que escuchan esas voces son los mismos que indica el Padre Pío en las cartas que he citado: que los pecadores de todo el mundo y todos los seres «amen a Jesús, amen a María».
En la Provincia de Corrientes (Argentina), el día 19 de marzo del 2012, Solemnidad de San José, se inauguró la radio “San José y San Padre Pío”, en las instalaciones de la parroquia “Nuestra Señora de Pompeya”, encomendada a los Hermanos Menores Capuchinos. La iniciativa surgió del Grupo de Oración del Padre Pío que funciona en la mencionada parroquia; Grupo al que acompaña y anima el capuchino Fray Pedro Bernardo M. Temperán.
Se trata de una transmisión virtual por internet. En ella, junto a materiales muy variados para la reflexión y la oración, y música que ayuda a las mismas, sobresale la transmisión de las Eucaristías dedicadas al Padre Pío en los días 23 de cada mes y en el triduo de preparación para su fiesta litúrgica.
Se puede acceder a esta emisión de radio desde cualquier lugar del mundo en la página http://www.sanjoseysanpadrepio.com.ar/
Elías Cabodevilla Garde

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